Crisis sanitaria, incertidumbre social y reconfiguración política

Ahora que lo que prevalece en el discurso mediático, social y político es una crisis sanitaria a una escala global sin precedentes y con implicaciones que aún no son debidamente dimensionadas, salen a relucir —con mayor impulso ético y búsqueda de sentido reflexivo— algunas preguntas sobre el destino político, cultural, ecológico y social de la humanidad en las próximas décadas del presente siglo; las cuales probablemente no fueron planteadas del todo, o solo muy parcialmente. O no, al menos, con el adecuado tino y sentido de anticipación que ello hubiera requerido.
Condiciones actuales y preguntas de cara al futuro
Mientras asumir que esta situación sanitaria, a escala planetaria, derivará en un punto de inflexión sobre el devenir de la humanidad es ya un tópico aceptado en la conversación pública, lo que aún no se ha aquilatado y discernido son los términos en que esa configuración del mundo se perfilará o resolverá.
Algunas de estas preguntas de fondo que se necesitarán afrontar, de cara a ese futuro —de manera pronta y en un tiempo medianamente cercano— son:
- ¿Qué naturaleza, modalidades, definiciones y complementariedades tendrán las distintas esferas de la vida social (a un nivel político, económico, psico-cultural, educativo, sanitario, ecológico, tecnológico-digital, geo-espacial y comunicacional, entre otros), al momento de interactuar como personas, familiares, ciudadanos, vecinos, consumidores, trabajadores, agentes económicos, o mediante los ejercicios esperables y exigibles a las administraciones, burocracias e instituciones públicas y privadas?
- ¿Qué aspectos, tradiciones, legados o repertorios del pasado más reciente o duradero deben valorarse e incorporarse complementariamente a las concepciones, cursos o dinámicas a seguir, o a las que iremos transitando?
- ¿De qué herramientas socio-cognitivas, mecanismos de coordinación colectiva y modos de hacer o diseñar políticas se disponen para afrontar los nuevos e insospechados escenarios que se vendrán en los próximos meses y años con respecto a un panorama de resituamiento global de mediano y largo aliento para todos los países? ¿Cómo afectarán las diferencias de origen y calidad en materia institucional, política, económica y social que tienen éstos, a la hora de sopesar y responder a los nuevos retos que les plantee dicho redireccionamiento?
- ¿Bajo qué principios, modos institucionales, relaciones y fuentes de poder (y a cargo del liderazgo de qué actor/es) se encauzarán las tendencias centrales hacia el rostro que adoptarán las sociedades contemporáneas; ante las situaciones que se irán presentando e imponiendo como condiciones reales e infranqueables?
Abordajes emergentes y provocaciones imaginativas
Examinando los alcances y límites de las repercusiones, así como sus vías de reconfiguración y potencialidades, que pueden tomar los procesos antes mencionados en la vida cotidiana, la acción colectiva y las prácticas culturales/institucionales de un modo más idóneo o asentado, algunos pensadores (Yuval Noah Harari, Giorgio Agamben, Rebeca Solnit, Byung-Chul Han, Slavoj Zizek, Mike Davis, Noam Chomsky, Roberto Espósito, entre otros) ponen en la agenda global de discusión ciertos tópicos y ángulos que necesitarán rediscutirse y afrontarse para orientar el rumbo más amplio que tome el mundo —y no sólo no acabe descarrilándose o autodestruyéndose, sino incluso agrave y profundice aún más sus peores flagelos, injusticias, abusos, contradicciones y rezagos— (véanse también: Politico Magazine, 2020; Allen, J. et al., 2020; Steven y Evans, 2020).
Me detendré en las dimensiones políticas y organizativas que planteará afrontar este escenario. En efecto, una cuestión crucial, definitoria, de cómo será la gobernanza de estos asuntos globales y locales en las sociedades contemporáneas tiene que ver con cómo se estructuran las relaciones de poder, se accede a (y asume) el involucramiento público-civil, y hacia dónde (y a favor de quién) se inclinan las posiciones, decisiones y cuotas clave en una balanza política así constituida.
Sucede que, en ese sentido, los criterios y determinaciones del entorno ya desde hace unas cuatro décadas (véase mi anterior entrada en este Blog) hasta el presente han sido dictadas y moldeadas por unas élites econo-políticas bastante reducidas (y con una estrechez de miras) que resulta peligroso dejar que continúen dominando el tablero del orden mundial tal como lo han venido haciendo.
El surgimiento y dinámica de una pandemia como la provocada por el Covid-19, que actualmente se expande a nivel planetario, no es un acontecimiento monolítico y auto-centrado dentro de una trama sociopolítica incuestionada y firme que, de no haber sido por su irrupción, seguiría incólume y estable. El surgimiento de un escenario catastrófico como el actual y el modo en cómo está siendo manejado, al mismo tiempo que las implicaciones que derivan de ello y las direcciones que tomarán distintas sociedades y la humanidad en su ruta civilizatoria, no pueden explicarse al margen de las condiciones políticas, económicas y culturales que prevalecieron en los últimos tiempos. Son cuestiones muy ligadas entre sí que habrán de encararse con serenidad, discernimiento y perspectiva.
Efectivamente, diversos análisis intelectuales y emplazamientos políticos, aunque de manera marginal o dispersa, o no al menos con la suficiente resonancia e influencia, ya advertían del peligro de la continuidad de un modelo político hegemónico, desplegado desde una lógica globalizadora, pero unilateralmente restrictiva y asimétrica: el fundamentalismo de mercado (Joseph Stiglitz, Dani Rodrik, Thomas Piketty y otros, desde el campo de la Economía); que asume(ía) una posición cada vez más basada en una concentración excesiva de poder político y económico en reducidos sectores y por tanto socialmente insensible y limitada, además de ser incubadora y generadora de defensas radicalizadas, en clave localista, nativista y xenófoba, de unos espacios geopolíticos y económicos mejor situados en el orbe.
En los últimos años, pensadores contemporáneos (como el historiador Yuval Noah Harari) vienen examinando esos procesos de larga data junto a sus implicaciones actuales, así como abordan la manera en que ello se vincula (y tensiona) con tendencias más recientes, detonadas hace pocas décadas. Bajo esa línea de elaboración analítica, este autor más recientemente identifica (y toma postura ante) dos choques de visión que a su modo de ver son centrales en estos días aciagos, desde la llegada de la crisis del coronavirus, las cuales buscan posicionarse y plasmarse en respuesta a tal crisis: a) por un lado, la vigilancia totalitaria vs. el empoderamiento ciudadano; y, b) por otro, el aislamiento nacionalista vs. la solidaridad global (Harari, 2020). Vista así la situación en el planeta, a propósito de la pandemia del coronavirus que hoy se padece, Harari reflexiona sobre la naturaleza y alcance de las respuestas, en términos de su escala y la profundidad de los agentes sociopolíticos implicados, que habrían de darse; considerando su gobernanza política y la capacidad de coordinación colectiva como planeta.
Tendencias históricas, riesgos persistentes y curso transicional (aun irresuelto)
En general, esas orientaciones de muy amplio calado ya venían discurriendo como vías de enfrentamiento y definición en los escenarios geopolíticos del orbe; llevando a que gobiernos y organizaciones dotadas de inmenso poder (como las grandes corporaciones tecnológicas) se impusieran bajo formas contrarias a un marco democrático y propiciador de libertades, además de globalmente cooperativo con respecto a una cultura cosmopolita y humanista. En efecto, la vigilancia totalitaria y las cerradas posiciones de un nacionalismo extremo en el mundo son dos rasgos que están dominando los sentidos fundamentales del ejercicio político y del ánimo cultural, arrinconando a sus contrapartes democráticas y liberales en una zona de perplejidad, bajo impacto y desatención, y ausencia de energías renovadas y de amplia convocatoria. Con el advenimiento del panorama sanitario más reciente (con todas las implicaciones y conmociones que trae consigo), tales inclinaciones autoritarias encuentran todavía un mejor terreno para intensificarse, recrudecerse y colarse más potente e incluso subrepticiamente como narrativas y ejercicios de poder en diferentes esferas clave (siendo algunas de ellas la salud pública y el control poblacional bajo sistemas biométricos) de la dinámica que configura a las sociedades contemporáneas.
Yendo incluso más lejos tales poderes, casi sin distinción entre su origen totalitario, autoritario y democrático-electoral, ya se aprestan en distintas partes del planeta a ajustar y plasmar sus pulsiones abusivas, anticonstitucionales y liberticidas (Gebrekidan, 2020), adoptando “regímenes de excepción” más abiertamente como modos de regulación, gestión y gobernanza de sus entornos colectivos, a la par que infunden un clima psicológico de miedo, ansiedad y parálisis en el campo civil; restringiendo o eliminando del todo las capacidades de movilización política y contestación publica de los ciudadanos, invadiendo e instrumentalizando zonas diversas de la privacidad en los seres humanos (constantemente convertidos en “fuentes” biométricas de vastos sistemas de vigilancia electrónica) bajo el pretexto de salvaguardar la seguridad (en este caso, para propósitos sanitarios), desatendiendo a los límites del ejercicio del poder en tiempos de crisis y a las prácticas de rendición de cuentas a las que deben someterse por parte de sus instituciones y ciudadanos, entre otros embates.
Como advierte, la filósofa Donatella Di Cesare (2020):
“Al contrario de lo que algunos han afirmado, el paradigma matriz [en referencia al ‘régimen de excepción’, que Giorgio Agamben aborda en su Homo Sacer] sigue siendo válido. Y ahora, además, es una práctica diaria: los procedimientos democráticos están suspendidos por disposiciones tomadas en nombre de la emergencia. Un decreto aquí y un decreto allá: de esta manera, los ciudadanos terminan aceptando medidas que deberían garantizar su seguridad, pero que de hecho limitan severamente su libertad. Las medidas tomadas en los últimos días por los gobiernos, sin ningún orden en particular, son paradigmáticas. Llegan a cerrar los lugares de cultura o a prohibir manifestaciones y reuniones. Son medidas que tienen, no hace falta decirlo, un sabor autoritario y un rasgo inquietante”.
Éstos son pasos e incursiones que tienden a una regresión democrática o expansión autoritaria, según los casos, buscando acomodarse a la coyuntura o anticiparse al surgimiento de cuestionamientos políticos, con el fin de readaptar/reforzar su modelo ante los escenarios que se avecinan; y para lograrlo disponen de las herramientas previas y las complementan con otras sofisticadas innovaciones en su control técnico-político sobre sus colectividades y zonas de influencia.
Aunque no todo es falta de resistencia (o parálisis política) de parte de los sectores ciudadanos en el mundo. Un ejemplo, a contracorriente de lo advertido antes, es el que buscan asumir pobladores de Minnesota (en Estados Unidos), articulados en torno a la organización TakeAction Minnesota; con todos sus alcances y limitaciones, pero que como grupo de base ciudadana se decide a afrontar con asertividad y compromiso su papel en relación con los políticos electos en su ámbito local, en pleno periodo de coronavirus (aunque ya trae consigo una historia organizativa que valdría la pena estudiar y atender) (Anoa, 2020).
Valoración de (o desprevención ante) la amenaza: institucionalidad y cambio
Frente a algo que, para muchos gobiernos y sectores sociales, los habría tomado desprevenidos y en condiciones de vulnerabilidad institucional, económica, política, sanitaria e incluso psicológica, pareciera ser —desde una perspectiva limitada, ingenua y sesgada— que lo que ocurre es tan solo una etapa provisional y momentánea; y que pasada la actual tempestad todo volvería a la “normalidad”. Resulta que, en contra de esta postura, hay más complejidad y una alta multidimensionalidad cognitiva en todo esto. Por lo que valdrá la pena tomar en serio y encausar un abordaje creativo, sensible y crítico para dimensionar y responder idóneamente a los retos que ello nos plantea.
Mientras la experiencia contemporánea en distintas esferas de la vida social y política ya se encontraba (antes de la actual crisis sanitaria) inmersa en una dinámica turbulenta, agitada y desafiante, arrastrando —por identificación, paralizante y extraviada contrariedad, o débil oposición— con ese temple a muchos países, organismos, organizaciones, asociaciones y redes ciudadanas, y en general a los individuos hacia una atmósfera de reexamen, perplejidad y también de radicalización, el tamaño e inevitable crudeza de una crisis sanitaria como la actual parece acelerar procesos y remover hacia fuera (o a sumergir más hondamente) a los implicados en expresiones que necesitarán concienciar, revalorar y reconducir. Sobre todo ello es así si el propósito es sobrellevar, readaptar, resistir con resiliencia y salir adelante tras una crisis inédita como la que se vive hoy, con una sostenida capacidad de reinvención y aprendizaje constructivo.
Entre esos puntos de tratamiento del asunto, y el manejo de las escalas y temporalidades, para quienes ya adolecían de políticas e instituciones muy mediocres o venidas a menos (y no solo en el campo de las políticas de salud, que ya es decir mucho), los grandes problemas y debilidades que ya arrastraban desde antaño: o se impondrán como una pesada carga que con mucho impedirá actuar con iniciativa y resolución, mientras los anteriores intereses creados se resistirán o frenarán cualquier señal en ese sentido, o movilizarán a sus mejores líderes y sectores hacia compromisos y redefiniciones cruciales para recomponer su camino, enfrentando los escollos que se les presenten.
¿Qué reexaminar y en qué enfocarse? Esbozando una hoja de ruta política
Algunas áreas y esquemas de abordaje, desde una visión democrática y cosmopolita, a los que habrá de examinarse e impulsarse en su definición conceptual, ética, institucional, política y civil, con miras a su implementación práctica, son:
- La reconceptualización de las economías nacionales y sus ramificaciones regional-globales, a partir de una articulación deseable entre lo técnico-productivo y lo ético-social. Lo que acota Mariano Aguirre (2020) al respecto, es tan demoledor como promisorio (si se atiende otra vía de actuación pública): “Contar con sistemas de salud eficaces y universales es parte de una política preventiva que permitiría, cuando surge una crisis como la actual, tener más medios para enfrentarla. En cambio, en mayor o menor medida, casi todos los Estados del mundo han optado por promover que los ciudadanos contraten seguros privados de salud mientras se recorta la financiación a la salud pública”. “El coronavirus debería servir para cambiar la racionalidad neoliberal, recuperar el contrato social entre estados del bienestar y la economía de mercado, y planificar previniendo para las próximas crisis. Cuando esto acabe, no deberían ser los mercados los que indicaran que la única manera de recuperarse de la recesión y las pérdidas será con políticas de austeridad, incluyendo recortes en los gastos sanitarios”.
- La preservación y fortalecimiento de los componentes democráticos y constitucionales, que actúan como base protectora de la agencia ciudadana e individual de los gobernados, ante áreas de vulnerabilidad o embates globales (incluyendo a sus propias élites y sectores dirigentes) que los pueden poner en riesgo y amenazan sus avances o ejercicios esperables. (Un campo, en este sentido, particularmente sensible es el de la seguridad —sea para fines del control del crimen, el terrorismo, la contención de los inmigrantes/refugiados y ahora para preservar la salud colectiva—. En efecto, hoy capturada por unas élites gubernamentales y corporativas de dudosa reputación democrática, ella es una noción que se instrumentaliza para unos fines restrictivos y mezquinos, pero que se hace pasar como una tarea de “alta prioridad” ante la que hay que sacrificar todo, incluso nuestras libertades y derechos, para el bienestar de todos. Por ello, para los gobernados —mediante sus capacidades movilizadoras y formas organizativas— estar en alerta para subordinar la seguridad a un marco constitucional, democrático y humano-céntrico debiera constituirse en eje permanente de su agenda de discusión y plataforma de incidencia civil.)
- La autonomización de los modelos de gobernanza política y social de las colectividades (con respecto a poderes económicos, tecno-corporativos y moralizadores u oscurantistas), mediante sistemas y mecanismos de complementación de sus influencias e intervenciones entre lo doméstico, lo regional y lo global, balanceando y advirtiendo de los alcances de pautas democráticas y jurídicas que ello requerirá —según las escalas y profundidades de sus competencias—, con el fin de sujetar sus ejercicios a controles vinculantes mucho más genuinos y viables, cuando así se requiera, en aras de la salvaguarda de instituciones y prácticas que giran en torno a las libertades y derechos de las personas.
- La transnacionalización de ciertos esquemas de actuación institucional, educativa, científica y tecnológica que hacen unificables (o al menos convergentes) a los sistemas nacionales de salud en el mundo; siguiendo los principios e institucionalidades previamente referidos.
- El cultivo de una alfabetización político-cultural en lo digital o analógico, bajo una perspectiva crítica, democrática y cosmopolita, dedicada tanto a cuestionar las limitaciones éticas, cognitivas y políticas de las prácticas comunicativas (o mediáticas) que hoy saturan e intoxican distintos entornos en el mundo, como a una reflexión situada de los problemas contemporáneos presentes y de los que se avecinan en nuestra condición de humanidad.
En fin. Hay, evidentemente, muchas aristas y campos de actuación que cada sociedad y país en el mundo se volcará a reexaminar; considerando sus particularidades, recursos, capacidades y desafíos. Sin embargo, la coyuntura actual también plantea una encrucijada a la humanidad como un espacio compartido y destino común. El debate público (que cobije posturas plurales, autónomas y discordantes), la rendición de cuentas, una vuelta a un balance necesario del camino andado, la más amplia diversificación de interlocutores sociopolíticos y comunitarios (incluyendo a distintos sectores generacionales, de género, redes, colectivos y agentes con probada reputación intelectual, profesional, ética y política), tejerá un ecosistema de aportes, retroalimentación y construcciones innovadoras de cara a ese futuro, si somos capaces de un involucramiento comprometido, abierto y asertivo ante estas condiciones y retos cruciales.
Referencias
Aguirre, M. (2020). El impacto de la crisis del coronavirus se debe a la desigualdad. EsGlobal. Disponible en: https://www.esglobal.org/el-impacto-de-la-crisis-del-coronavirus-se-debe-a-la-desigualdad/
Allen, J. et al. (2020). How the World Will Look After the Coronavirus Pandemic. Foreign Policy. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2020/03/20/world-order-after-coroanvirus-pandemic/
Anoa, C. (2020). TakeAction Minnesota fights for a responsive democracy as they ‘rewrite the rules’ amid COVID-19. Daily Kos. Disponible en: https://www.dailykos.com/stories/2020/4/3/1933918/-TakeAction-Minnesota-fights-for-a-responsive-democracy-as-they-rewrite-the-rules-amid-COVID-19
Di Cesare, D. (2020). Anche per lo stato d’eccezione la paura è un boomerang. Il Manifesto. Disponible en: https://ilmanifesto.it/anche-per-lo-stato-deccezione-la-paura-e-un-boomerang/ (Hay versión en español: El bumerán del estado de excepción. Filosofía&Co. Disponible en: https://www.filco.es/el-bumeran-del-estado-de-excepcion/).
Gebrekidan, S. (2020). For Autocrats, and Others, Coronavirus Is a Chance to Grab Even More Power. The New York Times. (Hay versión en español: Frente al coronavirus los gobiernos van amasando poder (no todos son autócratas). The New York Times. Disponible en: www.nytimes.com/es/2020/04/01/espanol/coronavirus-decreto-emergencia-autocratas.html).
Harari, Y. N. (2020). The world after coronavirus. Financial Times. Disponible en: https://www.ft.com/content/19d90308-6858-11ea-a3c9-1fe6fedcca75
Politico Magazine (2020). Coronavirus Will Change the World Permanently. Here’s How. Politico. Disponible en: https://www.politico.com/news/magazine/2020/03/19/coronavirus-effect-economy-life-society-analysis-covid-135579
Steven, D. y Evans, A. (2020). Planning for the World After the Coronavirus Pandemic. World Politics Review. Disponible en: https://www.worldpoliticsreview.com/articles/28611/planning-for-the-world-after-the-coronavirus-pandemic
[…] las condiciones y retos que plantea la actual crisis sanitaria puede consultarse en este mismo Blog). […]
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