El doctorado en el siglo XXI: hacia una reconceptualización

Carnegie Council (2020). An Expert Answers Questions On Pushing For Social Change. Obtenida de https://tinyurl.com/y6acavyz

Por mucho tiempo el vínculo entre el doctorado -como el más alto grado otorgado por las universidades- y la formación estrictamente académica de quien lo estudiaba y se graduaba en él, no solo era directo sino además resultaba poco cuestionado. Ello, por los enfoques y orientaciones que plantea un mundo más globalizado, e incluso expuesto a una digitalización y dinámica política muy desafiantes, estaría bajo revisión. Entonces, ¿a partir de qué premisas y cómo reconceptualizar ese nivel de estudios en el siglo XXI? El autor recoge un aporte y esboza algunas pistas en esa dirección.


En el siglo XX, una visión dominante sobre la naturaleza y alcance del doctorado se resumía en esta noción (como recuerdan Yazdani y Shokooh, 2018): “[el vocablo] ‘doctorado’ se puede encontrar en casi todos los diccionarios con el significado conciso de ‘el título más alto otorgado por la universidad’” (p. 34).

Ello remite a una conceptualización esquemática, pero también bastante limitada, acerca de su naturaleza y alcance como grado académico. Esto es, definido así, se captan rutas, lógicas y actuaciones muy restringidas de lo que implica (o implicaría) ese nivel de estudios. No solo en relación con la dinámica institucional que resulta específica a las universidades como tales, sino también con respecto a las sociedades a las que se orientan sus principales agentes ahí formados y como escenarios de sus desempeños –ambos pensados internamente a partir de modelos educativos, científicos, académicos y profesionales concretos–.

Sin embargo, recientemente el panorama anterior condujo a autores –especializados en educación e investigación del área del doctorado (Park, 2007; Poppy, 2015; Dollinger, 2019)– a revisar ese concepto, e interrogarse sobre sus límites ante una sociedad contemporánea en plena era global y digital. Esto es, frente una sociedad que se dinamiza ante los flujos y presiones de asuntos críticos a una escala planetaria (cambio climático, desigualdad e injusticia socioeconómicas, migraciones, riesgos sanitarios, impacto público de la tecnología), y ante las exigencias de acción sociopolítica de sus actores (por la vía de narrativas, experiencias vivencial-civiles, políticas públicas e instituciones, de un carácter plural, confrontado y entrelazado), en franca respuesta a los desafíos y agendas que se les presentan.

De manera que, examinada así la cuestión, se empieza a valorar una necesidad de ampliar el concepto de doctorado; a la luz de los procesos contemporáneos. Con esa premisa en mente, autores como Åkerlind y McAlpine (2017), se enfocan en la pregunta que se deben hacer las universidades (y el sector público que las promueve) sobre el propósito del doctorado, de cara al mundo actual. En el Recuadro 1 se observan esos planteamientos; haciendo distinciones sobre dónde se pone (o debiera poner) el énfasis en su propósito, y qué tendencias se perfilan en las expectativas públicas que se tienen sobre los graduados de un doctorado; así como el rol que –a partir de ello– juegan éstos en el ámbito público.

Recuadro 1
Reconsiderando el doctorado en el siglo XXI


La creciente atención nacional e internacional sobre la inversión pública para ampliar la formación doctoral ha dado lugar a un amplio debate sobre el propósito del doctorado (Park, 2007; Halse y Mowbray, 2011; Wellington 2013). Comúnmente, la discusión del propósito [del doctorado] se ha representado como una dicotomía, centrada en dos preguntas clave:

● ¿El propósito principal es hacer una contribución original al conocimiento? O,
● ¿El objetivo principal es preparar trabajadores del conocimiento capacitados e innovadores?

A veces, esta distinción se describe en términos de si el enfoque del doctorado debe estar en el ‘producto’ (es decir, la producción de la tesis/contribución al conocimiento) o en la ‘persona’/‘proceso’ (es decir, los cambios de desarrollo que atraviesan los estudiantes como parte del proceso de doctorado). Sin embargo, se podría argumentar que las iniciativas de políticas públicas a nivel internacional han estado enfatizando un mayor enfoque en el desarrollo de la persona, como se señala en este documento de política de la Liga de Universidades Europeas de Investigación:
«Los programas de doctorado preparan a los investigadores al más alto nivel para realizar contribuciones importantes a la investigación de vanguardia. Además, los graduados de doctorado están bien preparados para asumir roles en la conducción de cambios complejos en la sociedad… Los graduados de doctorado brindan las habilidades de investigación avanzada necesarias en sectores profesionales más allá de la investigación y la educación de frontera: en investigación aplicada, en formulación de políticas, en administración y en muchos otros roles de liderazgo en la sociedad». (Bogle, 2010, 3)
Fuente: Tomado de Åkerlind y McAlpine (2017, p. 1687). Traducción propia.

Así, con los elementos de discusión y crítica sugeridos por Åkerlind y McAlpine, ¿cómo se puede afrontar mejor una conceptualización del doctorado? Los autores abren un terreno de exploración muy estimulante frente al presente y futuro. Por lo pronto, surgen algunos ejes de reflexión que habrá que ir asumiendo y decantando.

Lo cierto es que el vínculo convencional del doctorado con una carrera de investigación académica ligada al ámbito universitario y entornos afines, habría quedado –en cierto modo– rebasado. Aunque no a un grado tal que desaparezca. Evidentemente, es un ejercicio central e imprescindible en la definición de aportes científicos, reflexivos, humanísticos y, en general, culturales que deben preservarse; ya que asume un impulso centrípeto (originado en la sociedad) que se procesa críticamente para reintroducirse en la vida social general. Aunque tal vez tampoco ello implica que deba mantenerse todo intacto, sino que ese “centro” busque atender una diversificación interna de lenguajes, niveles y replanteos de sus códigos generativos, al mismo tiempo que tiende puentes con el “exterior”: la sociedad (Heleta, 2016). ¿Cómo se haría ello? Llevando dialógicamente hacia ella (esto es, de la universidad a la sociedad) el teñido de sus huellas particulares, a la vez que se consiente una impregnación empática y reflexiva de las voces, razones y dilemas de los actores sociales.

Referencias

Åkerlind, G. y McAlpine, L. (2017). Supervising doctoral students: variation in purpose and pedagogy. Studies in Higher Education, 42(9), 1686-1698. DOI: 10.1080/ 03075079.2015.1118031

Dollinger, M. (Ed.). (2019). Getting the most out of your doctorate. The importance of supervision, networking and becoming a global academic. Reino Unido: Emerald Publishing.

Heleta, S. (2016). Academics can change the world –if they stop talking only to their peers. The Conversation. Disponible en https://theconversation.com/academics-can-change-the-world-if-they-stop-talking-only-to-their-peers-55713

(También hay una versión en español en: https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/hechos-y-derechos/rt/printerFriendly/11217/13202)

Park, C. (2007). Redefining the doctorate. York, UK: The Higher Education Academy.

Poppy, G. (2015). Science must prepare for impact. Nature News. Disponible en https://www.nature.com/news/science-must-prepare-for-impact-1.18459?utm_source=pocket-chrome-recs

Yazdani, S. y Shokooh, F. (2018). Defining doctorateness: A concept analysis. InternationalJournal of Doctoral Studies, 13, 31-48. https://doi.org/10.28945/3939


Cómo citar (estilo APA):

Macedo, F. A. (17 de noviembre de 2020). El doctorado en el siglo XXI: hacia una reconceptualización. Foro Gestión y Política Pública. https://forogpp.com/2020/11/17/el-doctorado-en-el-siglo-xxi-hacia-una-reconceptualizacion/

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