A propósito de dos eventos, las columnas recientes de Claudia Palacios y el IX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo, en Bogotá a realizarse entre el 10 al 12 de Julio, decidí compartir apartes de la investigación que en conjunto con estudiantes de la Universidad de la Salle hemos desarrollado desde hace casi un año sobre el Éxodo Venezolano, y que abarca aspectos como las percepciones de desempleo e inseguridad, las dimensiones de bienestar de los migrantes venezolanos, la indagación sobre políticas migratorias colombianas y el ejercicio de la prostitución por migrantes en Bogotá. Una agenda que sin pretenderlo se ha ido formando tanto por mis intereses académicos como por los de mis estudiantes, de quienes he aprendido en este proceso.
Un fenómeno creciente en situaciones de grandes flujos migratorios es la xenofobia. Y llamemos las cosas como son, la xenofobia es definida como una forma de racismo, y significa literalemente, odio al extranjero (Torrens, 2016). Implica reconocer al otro como diferente. Distanciarse del par por características físicas, lenguaje, patrones de comportamiento cultural, religioso, entre otras que al final terminan manifestándose en rastros del nacionalismo.
El nacionalismo como ideología se relaciona directamente con la creación y consolidación de una identidad entre los individuos, la sociedad y el Estado. Es el reconocimiento por parte del individuo de pertenecer a un colectivo dadas sus características, transformando esa pertenencia en una fuente de poder (Caminal, 2016). No pertenecer a esa colectividad, y categorizar al otro por fuera de la misma, cuando la historia ha demostrado que los Estados Nación se conformaron por circunstancias políticas, y económicas, más que culturales y sociales puede llevar a patrones de exclusión de los «otros».
Otro argumento acerca de la explosión de la xenofobia es precisamente el rol que juegan los medios de comunicación, de ahí la referencia a las columnas de opinión. Los medios de comunicación ayudan, moldean y configuran la posición de la ciudadanía (Cortés-Martínez, C, 2018). Para el caso de venezolanos migrantes en Colombia, Moreno y Silva (2019) demostraron que en el período 2016-2018, se incrementaron las referencias xenófobas en noticias en El Tiempo, periódico de circulación diaria y nacional en 650%. La columna de Claudia Palacios que ha suscitado tanta controversia no es, por tanto, una excepción. Más bien es la confirmación del lenguaje que transmiten los medios de comunicación.
Lo que parece más grave no es su posición sino que, en su columna, Claudia Palacios desconoce el ordenamiento jurídico nacional e internacional, y el argumento detrás del cual, por costoso que nos parezca, es necesaria garantizar la atención en salud de las mujeres gestantes y lactantes, y la salud y educación de niños, niñas y adolescentes, sin importar su nacionalidad. Precisamente en 1991, cuando se estaba escribiendo la Constitución Política de Colombia, el Estado ratificaba la Convención de los Derechos del Niño. Su formalización se evidencia tanto en Artículo 44 de la Constitución Política de Colombia como en la Ley 12 de 1991, y posteriormente en el Código de Infancia y Adolescencia, Ley 1098 de 2006, particularmente al definir el ámbito de aplicación en el Artículo 4o. » El presente código se aplica a todos los niños, las niñas y los adolescentes nacionales o extranjeros que se encuentren fuera del país y a aquellos con doble nacionalidad, cuando una de ellas sea la colombiana», así como en Artículo 6. de la Ley 1804 de 2016, donde se establece la política de estado para el desarrollo integral de la Primera Infancia, y en cuyo caso considera de vital importancia la atención integral a las madres gestantes.
En consecuencia, es necesario reconocer que ante migraciones masivas, tanto el Estado como la sociedad puede implementar acciones que den acogida a quienes más lo necesitan. Entre más rápido se integren los migrantes a la sociedad, mayor productividad laboral, consumo, aportes a servicios sociales e impuestos, podrían conformarse en una ventaja más que en una falencia.
La integración no solo parte de la recepción que los ciudadanos colombianos hagan de los migrantes sino también de que existan políticas públicas claras frente a la migración. Desafortunadamente Colombia no cuenta con dichos instrumentos. Durante décadas, Colombia se acostumbró a ser un país emisor de migrantes y no receptor, en consecuencia las políticas que han existido, se han volcado a facilitar dimensiones como hogar, salud y protección de ingresos para el adulto mayor de colombianos en el exterior. El documento Conpes 3950 de 2018, no es en estricto sentido una política migratoria, sino una estrategia para atender la emergencia migratoria. Es de esperarse que de manera responsable el gobierno esté trabajando en una política de largo plazo que defina en líneas generales cuáles serán las acciones que se adopten para garantizar o limitar la integración de venezolanos en Colombia.
Caminal, M (2016) Nacionalismo y federalismo. En: Mellón, J., y Torrens, X. (Eds.) Ideologías y Movimientos Políticos Contemporáneos. Madrid, Tecnos.
Cortés-Martínez, C. (2018). Xenofobia y periodismo: Colombia y la migración venezolana. Palabra Clave, 21(4), 960–963. https://doi.org/10.5294/pacla.2018.21.4.1
Moreno, V, y Silva, J. (2019) Venezuela Crisis Humanitaria y Recepción de Migrantes en Colombia: Creciente xenofobia ante los migrantes venezolanos. (Tesis de Pregrado) Universidad de la Salle, Bogotá, Colombia.
Torrens, X. (2016) Racismo y antisemitismo. En: Mellón, J., y Torrens, X. (Eds.) Ideologías y Movimientos Políticos Contemporáneos. Madrid, Tecnos.