(Co)construir una plataforma democrática. En política pública, ¿qué acercamientos son recomendables entre ciencias sociales y actores ciudadanos?

Kiewiet, B. (1998-1999). Deliberation-Overleg. Obtenida de https://drenthekunstbreed.nl/images/upload/assen/beelden/1001-HPIM3215.JPG

Las ciencias sociales realizan una labor investigativa, intelectual y cultural de gran valor público. De sus encuentros con individuos y ciudadanos, resulta una construcción argumentativa y práctica que repercute en ambos. Pero ¿qué otros modos de conexión son posibles entre ellos —además de los convencionales—? ¿Cómo ello posibilitaría, según una perspectiva de política pública y ejercicios de acción conjunta (con impactos balanceados), una mejor gobernanza democrática? En las líneas que siguen se esbozan algunos apuntes, escenarios, vías de acción y límites sobre esa ruta.

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Mucha tinta ha corrido sobre el mutuo aprendizaje e impacto sociocultural que, en sus respectivos campos, adquieren los sujetos sociales y los especialistas en ciencias sociales a partir de los encuentros habituales que tienen, según sus objetivos y necesidades propios: investigaciones académicas y científicas, encuestas deliberativas, paneles ciudadanos, foros multiactorales, asesorías organizacionales y profesionales. Sin embargo, en este intercambio lo que ocurre mayormente es un decantamiento de logros hacia uno u otro lado de tal encuentro; con pocas manifestaciones combinadas de lo construido, incluyendo las repercusiones que les deje a ambos —como aporte común a sus tareas propias y convencionales—.

Desencuentro entre saberes y riesgos globales

De un tiempo para acá, a lo anterior se suma una suerte de brecha o serio distanciamiento sentido socialmente no solo entre la ciudadanía y las élites políticas/económicas, sino también entre aquella y sus élites, núcleos y figuras del campo intelectual; entre los que están quienes se dedican a las humanidades, filosofía y ciencias sociales. En particular, a éstos se les reprocha un intelectualismo arrogante y estéril, que se traduce en incapacidad para un mejor entendimiento con —y orientación valiosa a— los actores ciudadanos de a pie.

Otra tendencia que va ganando espacio —con poco cuestionamiento y capacidad de respuesta política— es la configuración de los arreglos políticos, administrativos, jurídicos e institucionales en los Estados, incluyendo el apoyo a y conducción de sus políticas, con base en sistemas informativos que se sustentan en el manejo de datos masivos (Big Data), minería de datos (Datamining) y modelos algorítmicos. En general, ello no es per se lo problemático. Lo altamente inquietante aquí está en que los criterios y premisas clave que se fijan para su operación siguen en mucho los sesgos e intereses de grandes corporaciones tecnológicas y de los gobiernos, de espaldas a —e incluso contraviniendo— las razones de interés público (Mayer-Schönberger y Cukier, 2013).   

Apuntalando el diálogo. Una convergencia entre campos

Frente a lo anterior, ¿cómo plasmar un nexo así de significativo y mutuamente estimulante en el ámbito de las políticas públicas (con anclajes e implicaciones en sectores y áreas críticas: salud, educación, cultura y tiempo libre, economía, medio ambiente, transporte, seguridad, infraestructura y entorno socio-tecnológico, entre otros), entre las ciencias sociales y la esfera de la ciudadanía (Welschinger y Pinedo, 2019)? Lograr esa conexión implicaría captar —de un modo horizontal, creativo y sensible— las diversas miradas, lenguajes y dinámicas de tales actores; en tanto son los que padecen las vicisitudes y retos de la vida sociopolítica en sus colectividades. (Sintetizo a este escenario de convergencia entre actores ciudadanos y los cientistas sociales con el siguiente esquema: Cd+Cs).

De parte de quienes se dedican a la tarea intelectual y profesional, sumergirse en un escenario tan vívido y desafiante como éste, conllevaría renovar e incorporar una discursividad pública en las tareas que les son características; aireando sus propias lecturas, preguntas, enfoques y repertorios, pero también los involucraría en la arena cívico-política en los términos de su procedencia institucional-gremial y, a la vez, bajo una coproducción narrativa, organizacional y práctica de la acción pública. En el terreno de los agentes civiles y políticos, una experiencia dialógica como la mencionada visibilizaría y removería posturas, convicciones y expectativas para (re)situarlas en un filtro reflexivo mucho más refinado e inquisitivo; a partir de lo cual su base experiencial, sin anularse, se vea potenciada desde unos aprendizajes y marcos más abarcadores y sugerentes.

Algunos ejemplos cercanos a estos ejercicios sinérgicos (entre activistas, especialistas técnicos, emprendedores sociales y ciudadanos), y que destacan por su potencial innovador en materia democrática en la era digital, se sitúan en Islandia e Italia. En el primer caso, la construcción de plataformas digitales orientadas a la deliberación, recepción, procesamiento e integración de propuestas ciudadanas en el sistema político-institucional (en Islandia), primero a nivel nacional y luego (con mucho mayor éxito) en el ámbito municipal (Calatayud, 2019), constituyen modelos emblemáticos que habría que valorar y emular, y ante lo cual las ciencias sociales podrían aportar ahí y en otras sociedades.

Un caso similar al anterior que también habría de considerar es la experiencia de colaboración cívica impulsada en la Municipalidad de Bolonia (Italia). Como señalan Roberta Bartoletti y Franca Faccioli (2016), se trata de un experimento de compromiso público que apuesta por “la ‘gobernanza colaborativa’ de los bienes comunes, basada en la participación cívica y la transparencia de la gobernanza”. Como en el ejemplo previo, la conjunción de intereses y compromisos variados entre una gama de actores y líderes bajo un discurso abierto, progresista y democrático les permite ir integrando esquemas participativos (dinámicos, recursivos y propositivos) para fortalecer la institucionalidad política de sus colectividades; a partir de sensibilidades ciudadanas y el apoyo en sistemas expertos socialmente sensibles y críticos.

Aquí es necesario, sin embargo, dejar una nota de cautela. No se trata de sobreestimar estas experiencias como los únicos y más acabados modelos a seguir. Ellas mismas se han topado (y aún continúan) con límites, inconsistencias, resistencias y ralentizaciones (propias y sistémicas), y aunque en el camino podrían refinarse dejan también la tarea del estudio y la adecuación propia que cada caso exige, además del examen de las opciones de escalamiento con las que están lidiando (de lo local a lo nacional) y los requerimientos de institucionalización que habrán de conquistar para hacerse de un lugar como ejes centrales (y no como piezas accesorias o decorativas).

Explorando vías de integración. La Cd+Cs en acción            

En términos de política pública —como un campo de construcción democrática—, ¿qué modos de acercamiento (y de realización conjunta) pueden lograr los agentes ciudadanos y los especialistas de las ciencias sociales? Más allá de los formatos ya referidos como ejemplos tradicionales de encuentro ciudadanía-ciencias sociales, pueden ensayarse y desarrollarse ejercicios de coparticipación e integración de ambos actores (Cd+Cs) en:

  • Ambientes dinámicos y sinérgicos de formación cívico-democrática para abordar la era de la empatía y la resiliencia, así como sus amenazas más serias: odio, polarización, violencia, exclusión, desigualdad, discriminación, intolerancia, apatía e inacción políticas y otros.
  • Proyectos de incidencia democrática en las políticas e instituciones.
  • Instancias vinculatorias de consulta, procesamiento e inclusividad de propuestas, junto a su monitoreo y vigilancia a lo gubernamental en el lapso inter-electoral.
  • Mecanismos de diálogo, investigación e innovación para escenarios futuribles.
  • Mesas de co-gobernanza en proyectos locales, subnacionales, nacionales, regionales y globales.
  • Espacios de retroalimentación e integración de reformas entre los sectores de Cd+Cs y los funcionarios electos o de carrera a nivel estatal.
  • Investigación-acción dialógica (Cd+Cs) en formatos de comunicación flexible y creativa (incluyendo lo escrito y lo audiovisual en clave artística), así como socialmente digeribles y propositivos, como “insumos” para la tarea académica sustantiva y la acción pública significativa, involucrando también al periodismo con orientación ciudadana (Gans, 2012).
  • Núcleos de fortalecimiento democrático trans-gubernamental de la institucionalidad del Estado.

El cortoplacismo y autoconfinamiento en los que derivan las democracias liberales como vicios de su ejercicio habitual (Held y Hervey, 2011) —sin demeritar los avances importantes que permitieron también sus virtudes y empujes constructivos—, requieren abordarse a partir de una gobernanza democrática sostenida y articuladora de los Estados; en su condición de sistemas de largo plazo y de ámbitos de vinculación con unos referentes ciudadanos y públicos de mayor calado. A amplificar y afianzar esas posibilidades de involucramiento, reflexión e impacto significativos en la vida democrática e institucional, con formas y desarrollos aún insospechados pero prometedores, puede contribuir la convergencia de los actores ciudadanos con aquellos que ejercen las ciencias sociales, de cara a una era global que se revela desafiante y turbulenta como la contemporánea.

Límites del ejercicio. Notas para una tarea exploratoria

El planteo previo es aún muy esquemático. Traza una agenda inicial, a la que habrá que regresar de modo continuo. En mucho, sus límites están en lo complejo e incierto del tema: el sentido y modo en que se vinculan conocimiento (como ejercicio científico, intelectual y profesional) y política (como práctica colectiva e institucional). De ningún modo, sugiero que esas fronteras se difuminen o desdibujen. Como advierten algunos autores, las posibilidades de vinculación entre ellos son variadas (se trata de modelos de interacción) (Boswell y Smith, 2017); cada una con sus aportes y riesgos particulares, incluyendo la reparación —en unos casos— en las insuficiencias y estrechez de miras de su linealidad, y el impacto que generan cuando entran en contacto. A ello hay que agregar que lo que se postularía, en una visión restrictiva y autocomplaciente, como un rasgo asimilable a un solo campo —el científico—: la reflexividad crítica; en realidad, lo trasciende. Incluso ello, puesto en una conexión creativa y dinámica, se convierte en eje catalizador de otros campos (como la vida política y esfera cívico-pública); cuestionando así lo establecido y derivando en marco esclarecedor y transformativo de las relaciones de poder y de la sociedad más amplia (Machen, 2018).       

Referencias

Bartoletti, R. y Faccioli, F. (2016). Public Engagement, Local Policies, and Citizens’ Participation: An Italian Case Study of Civic Collaboration. Social Media + Society. https://doi.org/10.1177/2056305116662187

Boswell, C. y Smith, K. (2017). Rethinking policy ‘impact’: four models of research-policy relations. Palgrave Communications, 3, 44. https://doi.org/10.1057/s41599-017-0042-z

Calatayud, J.M. (2019). Diez años de la rebelión cívica en Islandia: ¿Qué fue del gran experimento? El Diario. Disponible en: https://www.eldiario.es/internacional/Democracia-digital-necesitamos-deshacernos-politicos_0_916909186.html

Gans, H. J. (2012). Citizen news: A democratic addition to political journalism. NiemanLab. Disponible en: https://www.niemanlab.org/2012/11/citizen-news-a-democratic-addition-to-political-journalism/

Held, D., y Hervey, A. F. (2009). Democracy, climate change and global governance: Democratic agency and the policy menu ahead. Police Network Paper, 1-20.

Machen, R. (2018). Impact from critical research: what might it look like and what support is required? LSE Impact Blog. Disponible en: https://blogs.lse.ac.uk/impactofsocialsciences/2018/09/04/impact-from-critical-research-what-might-it-look-like-and-what-support-is-required/

Mayer-Schönberger, V. y Cukier, K. (2013). Big data: la revolución de los datos masivos. Madrid: Turner.

Welschinger, N. y Pinedo, J. (2019). ¿Por qué hay que invertir en ciencias (también) sociales? Revista Anfibia. Disponible en: http://revistaanfibia.com/cronica/invertir-en-ciencias-sociales/#content

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